miércoles, 5 de octubre de 2011

Efemera


-¡La prostituta del valle debe morir! - vociferaban los Hombres alrededor del Mundo, apuntándome con afiladas rocas en sus manos, mientras yo daba dificultosamente a luz, apoyada sobre un ciruelo. A mi izquierda, se encontraba El Final de Todas las Cosas, hacia el oriente se hallaba La Ruleta del Tiempo y cerca de mis pies, agonizante y ensangrentado, mirándome sin miedo como si de temores nada se tratara, el fruto de mi ser. Caí rendida, ante sus dulces ojos. Nadie lo había herido (todavía). Nadie había endurecido su mirada (por ahora). No era como yo, no era como ninguno de nosotros. Aunque fue lo que más amé en esta vida, no supe como tomarlo en mis brazos, no supe como corresponder sus manitos. Porque yo era la ramera, la gran hija de puta. La que todos aceptan en privado pero se mira en púlbico con repudio.
-¡La prostituta del valle debe morir!- seguían exclamando los Hombres, hasta que uno de ellos, el hecho sabio por sobre todos, los calló. El Valle y el Mundo quedaron en completo silencio. Una suave brisa cubrió mi cuerpo desnudo y levantó el vuelo de aves negras y blancas.
- ¿Algun día sabré la verdad?- dije.
-Algún día todos la sabremos, Lilith- respondió el sabio.
Lentamente y al mismo tiempo, cubrieron sus rostros .
Finjí no tener historia. Ignoré mis conflictos. Pretendí que no tenía nada que contar. Mostré solo la mitad del mundo en el que viví.
La Ruleta del Tiempo cayó, el Final de Todas las Cosas se rasjó.

Los Hombres lanzaron.

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"Cada vez que me siento en alguna playa y observo un atardecer, me siento junto a múltiples YO del pasado, que observan otros atardeceres, otros soles antiguos y por unos segundos, soy más que el tiempo, soy más que un individuo solitario sentado en la arena. Soy cientos, soy miles, que existimos a la vez. Quién sabe, perdido de mí en otra parte del universo. Yo aislado de mí. Yo siendo solo un recuerdo de otro yo."